Qué hacemos

Nuestra vida emocional contiene sedimentos de nuestra infancia y aprendizajes tempranos, y esta “alimentación” podrá ayudarnos o podrá entorpecer nuestra vida posterior. De ahí la importancia de una infancia alimentada de afectos y vínculos saludables que nos ayuden en el anclaje de una emocionalidad sana.

Existe un gran aumento del consumo de antidepresivos en nuestra población infanto-juvenil, una gran pérdida de buenos hábitos tales como el juego libre, el sueño y una adecuada alimentación. Docentes con pérdida de liderazgo, menores con acceso temprano a las pantallas, familias e hijos desconectados…todo ello repercute en el desarrollo evolutivo. Por ello, desde Programa Emociona-Familia te invitamos a “escucharte” observando cómo viajan las necesidades, los límites y las percepciones, para poder acompañarte en tu etapa del camino.